Estela Funeraria Oteiciana
Acero. 2001. Medidas: 70x20x100 mm.

No entiendo cómo había dejado esta obra sin colocar, sin ponerle cara en una página expresa para ella sola. Siempre he manifestado mi reverencia a Jorge Oteiza, incluso cuando no tenía la relevancia que ahora tiene. Sobre todo después de leer su libro Quousque tandem. Alguien me lo dio a conocer en una exposición en La Ciudadela, en la que explicaba que la razón de ser de La Caja Metafísica es su vacío. Así que muchos otros sabían mucho antes de la importancia de este artista y por eso, gracias a ellos, ahora lo sabemos los demás.

La prueba de mi estimación hacia su obra es esta escultura. En el libro que he escrito en el 2013 comparo su Caja Metafísica con Las Meninas, con Air de París y con una obra de Eva Lootz de bloques de hielo y parafina helada que acaban desapareciendo por un sumidero. Ya lo elogié también en mi anterior libro del 2002 y realicé por su culpa la obra Fuego limpio, a la que hoy llamo Garbisu. No se merece que esconda por olvido esta obra como si fuese menor, ya que al hablar del tema favorito del artista de Orio, se ennoblece.
Ahora, Febrero del 2014 en el que escribo estas líneas, he leído un libro antiguo de Lucy Lippard en el que habla de los años sesenta, concretamente de los que van del 66 hasta el 72. Llamaba arte desmaterializado a todo aquel que estaba realizado con elementos no convencionales de los que muchos tendían sólo a la pura idea. Eso lo dijo mucho después, pero mucho después (porque para el arte del 58 al 66 es contabilizar mucho tiempo) de que Jorge Oteiza dijera el nombre mágico de "Caja Metafísica", con lo que eso conlleva, y que dejase escritas para siempre las tres premisas con sus respectivas réplicas de lo que fue el arte y en lo que se ha convertido. Una revelación más que lo dimensiona, que le da su medida.