Acero, resina de poliéster, pintura y barniz industriales. Octubre-2000
Medidas 150 x 90 x 175 cms.
Un centauro es en realidad una metáfora física, muy real, muy materializada, poco espiritual, nada imaginable porque es muy visual. Se junta en una sola imagen dos imágenes diferentes con algo que las relaciona entre sí, que hace de puente para conectarlas y se consigue una tercera imagen que las contiene. En este caso el elemento de encadenamiento de estas imágenes disímiles es el grosor del cuello del caballo y el del torso de un hombre. Pero lo acertado de la combinación de las imágenes es que no pierden, al unirlas, la esencia de las dos imágenes anteriores: la forma de "h" invertida que dibuja la estructura del caballo y la verticalidad del hombre, porque las patas delanteras del caballo están en el preciso lugar en el que el hombre tiene sus piernas, mientras que el torso del hombre sigue la verticalidad del cuello del caballo..
El centauro del siglo XXI no es el hombre-caballo sino que es el hombre-máquina. Es un lenguaje simbólico para proclamar de forma visual que el hombre del siglo XXI individualmente se ha convertido en la prolongación de la máquina y colectivamente es el hombre el que está en función de la producción cuando lo lógico, lo humano, lo saludable y deseable sería que la producción estuviese en función de las necesidades del hombre.
Es más verosímil creer que es el capital mundial, capital que se revaloriza, que crece y autoengorda mediante el plusvalor (la inflación es su efecto más elocuente), el que