Deformación espacial.

Acero, madera y papel de pegatina. Diciembre-2003
Medidas : 60 x 45 cms.

 

 

Esta obra la realicé para poder reflexionar sobre el arte óptico. El arte óptico yo lo veo y lo considero una serie de repetición con variaciones. He mencionado que las series de repetición tienen naturaleza dinámica. Pero si algo tiene movimiento en el arte es el arte óptico. El movimiento de las obras parece real. Parece que las varillas se mueven. En realidad es el movimiento del espectador el que se incorpora a la obra. Es el mismo caso que sucede entre la Tierra y el Sol. Vemos que el Sol sale todos los días del este, recorre el cielo y se mete por el oeste. Pero si reflexionamos nos daremos cuenta que la que en realidad se mueve, la que crea esa sensación de movimiento, es la Tierra. El movimiento de rotación de la Tierra hace que el movimiento que vemos parezca que es el Sol el que se desplaza del este hacia el oeste.
En otra obra que realicé, coloqué unas varillas negras horizontales sobre dos paredes verticales de rayas blancas y negras que conformaban un ángulo recto. Las varillas eran rectas pero aparecían

curvadas, se veían curvadas. Esto se debe a que el movimiento deforma el espacio. La obra contiene movimiento real. El movimiento del espectador en unos casos y el movimiento de la luz en todos, se incorpora a la obra. En realidad el movimiento no depende de que un punto se mueva con respecto a otro estático sino que la distancia entre ambos puntos varíe, independientemente de que se mueva uno u otro o los dos a la vez. Cuando creemos que nuestro tren se mueve y en realidad está parado, y es el otro el que se mueve, el movimiento existe igual que si fuese el nuestro el que se moviera y el otro el que estuviera estático. El comportamiento de la luz es importante en las obras op-art. Hay un efecto de gota de agua cuando juntas los dedos pulgar e índice hasta casi tocarse tímidamente. Supongamos la sombra del perfil de la pared de una casa, con un sol intenso de verano. Coloquémonos delante de esa arista de la pared, a tres o cuatro pasos. Coloquemos la sombra de nuestro codo hasta que en el suelo casi toque a la sombra de la arista de la pared. Vemos que una de las sombras se deforma y se alarga hacia la otra como si se imantaran, como si la sombra tuviese naturaleza propia. La sombra de delante se deforma tendiéndose a juntar con la sombra que el objeto de atrás deja en el suelo.
Este efecto, que parece mágico, debe ser debido al carácter ondulatorio de los rayos de luz, seguramente. Que una serie de barras en blanco y negro hagan que una línea recta la veamos quebrada o en otros casos como el mencionado anteriormente curvada, se debe seguramente a la naturaleza de la luz. Pero igualmente podemos afirmar que se debe al movimiento, que deforma los objetos, que deforma el espacio, ya que la luz es movimiento. Aunque la luz se componga de materia corpuscular o fotones y se comporte como materia en algunos casos como a la hora de cruzar el universo inmaterial, se mueve por ondas como la energía. De esa doble naturaleza de la luz en el arte óptico se aprovecha, se percibe o se aprecia la condición de la segunda.