Fuente

Chapa de acero de 2 mm. Noviembre-2001.
Medidas: 100 x 60 x 140 cms.

 

Esta obra está inspirada en una obra de Jacques Schnier. En principio iba a colocarla sin caño, de manera que fuese una obra equidistante entre la abstracción y la figuración. Antes de comenzar, tenía pensado hacer una obra que representara lo masculino y lo femenino utilizando el frío hierro, la dura línea recta, la cálida madera y la sensual y dinámica curva. Aquí representé lo cóncavo y lo convexo, que son símbolos de lo masculino y femenino.
La abstracción, que es sólo forma, se me escapaba hacia el campo figurativo, lleno de narratividad. Por ello hice esta obra que quiere estar equidistante entre lo figurativo y abstracto, si no fuera por la imposición del título.

Lo que ha sucedido con esta escultura es lo siguiente: me quería desprender de las obras grandes y no sabía cómo hacerlo, así que me propuse colgarlas en Ebay (no llegué a hacerlo), pero antes se me ocurrió regalar una de las esculturas a quien adivinara cúales son los colores del perdón.
Los colores del perdón son el arcoiris; el arcoiris es los colores del perdón. Borges en un bello poema lo llama así.

BARRIO RECONQUISTADO

Nadie vio la hermosura de las calles
hasta que pavoroso en clamor
se derrumbó el cielo verdoso
en abatimiento de agua y de sombra.
El temporal fue unánime
y aborrecible a las miradas fue el mundo,
pero cuando un arco bendijo
con los colores del perdón la tarde,
y un olor a tierra mojada
alentó los jardines,
nos echamos a caminar por las calles
como por una recuperada heredad,
y en los cristales hubo generosidades de sol
y en las hojas lucientes
dijo su trémula inmortalidad el estío.

 

Me pareció esta metáfora increíble. No sé si Borges se refería con los colores del perdón a la tormenta pasada o llamaba así al arcoiris por la historia bíblica del Diluvio Universal. Seguramente esta era la verdadera intención porque de la otra manera sería una metáfora pobre para tan insigne escritor. Con sólo tres palabras recordaba la famosa historia bíblica y además hacía un sinónimo visual entre el arcoiris y la paloma de la paz. Todo un prodigio excepto para un hombre fuera de lo común.

El caso es que dos personas contestaron a mi recado. Una de ellas se ha llevado para siempre la escultura. No sé qué será de ella. Seguirá su propio destino, como cualquier mortal.