La lámpara de Aladino

Acero, resina de poliéster, papel de pegatina impreso, acrílico. Barniz industrial.
Mayo-2004.
Medidas: 60 x 60 x 90 cms

 

Si ya he comentado mi oposición a la guerra en la antigua Yugoslavia por la manera en que se hizo iniciar, con mucha más razón fue mi posición contraria a la guerra de Irak.
Como ya he insinuado antes fue una guerra propiciada por la economía, más que por las pretensiones de su eslogan "Paz duradera". ¿Que paz nos ha traído? Estamos mucho más lejos que antes de esa publicitaria paz.
Dijo Herbert Marcuse que todas las guerras tienen un trasfondo económico. Allí donde no se entienden las relaciones económicas, comienzan las políticas; cuando se atascan las relaciones políticas y diplomáticas empiezan las relaciones bélicas.
En este caso, no se sabe si la elección de Irak como víctima fue para crear y manejar un centro estratégico para el control del petróleo con intereses egoístas, o una huida hacia delante del país agresor para hacer una nube de humo en la economía americana, debilitada tal vez con la aparición del Euro. No hay que olvidar el escándalo financiero en una de las más potentes empresas energéticas del mundo como es la Enron, el año anterior de la invasión a Irak ni que algunas multinacionales de la energía financiaron la campaña de Bush. La historia mundial ha vivido momentos similares con la pérdida de protagonismo de la libra esterlina y la aparición desbordante del dólar. No haría falta decir que no le otorgo la culpa al Euro de una desestabilización económica mundial. Todo lo contrario. El Euro surge

precisamente por esa desestabilización, originada por un sistema monetario internacional fraudulento, inestable, injusto y originario de la inflación, en el que el dólar tenía todo el peso económico con potentes satélites monetarios como el marco o el yen. Se da que la mayor potencia económica es también la mayor potencia armamentística. ¿Tendría la tentación, si se diese el caso de que perdiera paulatinamente su poder económico, de sostenerlo mediante la fuerza?. Es decir, ¿utilizaría la fuerza estratégica de su armamento para no perder su hegemonía económica, tanto para relanzar su economía estancada, dado que el armamento mueve muchos millones de dólares, como para poner un nuevo orden internacional que le beneficie en las negociaciones económicas?. En ese caso estaríamos en la más completa dictadura: las dictadura del capital. En realidad el capitalismo no es otra cosa: internamente es la dictadura de la clase burguesa sobre el resto de la población, ya que la clase obrera se ha desintegrado en un hojaldre de capas, y externamente es la dictadura de los países ricos sobre los pobres. Para muestra, un botón.

En principio la obra la realicé según aparece en la segunda imagen. A la hora de trasladarla me ocasionaba algún problema por la fragilidad que suponía ese peso de poliéster en el aire con anclajes tan reducidos. La imagen pretende simular un genio que sale de una lámpara mágica, sobre una torre formada de billetes, dólares, libras y pesetas. El genio cae estrepitosamente. En la mano hay un alfanje roto que rememora la espada rota (o el escoplo, según la interpretación del Guernica basada en un cuadro de Rubens) asida en una mano de un hombre muerto. Después cambié la forma a una disposición más resistente y la base la poblé con las principales noticias sobre esta guerra que habían aparecido en los periódicos El Mundo y El País. Son noticias delatadoras.
Cuando censuras o denuncias un hecho, parece no sólo que te colocas en contra de ese acto, sino a favor de la víctima implicada. Yo, y los miles que nos manifestamos en su día contra la guerra de Irak, estábamos en contra de la dictadura rancia de Saddam Hussein y también en contra de ese acto de dictadura democrática que supuso la invasión a Irak. En este caso, sí estábamos a favor de la víctima, porque ella no era Saddam Hussein, sino todo el pueblo Irakí y la propia democracia.

Cuando escribí esto, el texto se ajustaba al contexto social que se dio en esos años que inspiraron la obra. Hoy lo he vuelto a leer y me parece coherente con aquel tiempo y con el de ahora.