Medición estética del movimiento.

Acero, acero inoxidale y pintura industrial. Junio-2001.
Medidas: 50 x 70 x 120 cmts.

 

En las primeras páginas de mi primer libro "El espacio y el tiempo en el arte" y en la primera página de esta web aparece la frase "El movimiento es la constatación del tiempo en el espacio". Es una frase que me surgió sin más. Es casi un axioma del que he prendido todas estas especulaciones sobre arte. Esta obra que presento, que se encuentra integrada en las explicaciones de mi primer libro, es una de las más importantes para entender que el tiempo y el espacio es un continuo espacio-temporal, como aseguran los científicos.
Para realizar esta obra parto de la idea de lo que yo entiendo que es un reloj. Todo reloj es dos series de repetición de naturalezas contrarias que se superponen entre sí como si se calcaran. Una serie de repetición está en el espacio y la otra en el tiempo y sucede que las fracciones y repeticiones espaciales de una serie son exactamente iguales a las fracciones y repeticiones de la otra serie. Por eso digo que son series de repetición superpuestas que se calcan.
En un reloj la serie de repetición espacial y fija es la esfera, dividida en doce partes o doce horas, a su vez divididas en cinco partes que suponen sesenta minutos. Cada minuto, es ocioso mencionarlo, se divide en sesenta segundos. Así los segundos, minutos y horas componen una serie de repetición infinita ya que el círculo no tiene principio ni fin. Las horas se multiplican en el círculo de repetición hasta el infinito. El elemento originario de esa serie de repetición espacial es el segundo, esa fracción dibujada con unas rayitas que pueblan el círculo con sesenta partes iguales.
La otra serie de repetición es temporal y viene definida por el movimiento que la aguja más fina del reloj ejecuta de manera angular en el círculo. El elemento que origina esa serie no es la aguja; el elemento de esa serie temporal es el movimiento que esa aguja realiza. Son movimientos regulares, uniformes, de igual manera que son regulares o uniformes los espacios dibujados en el círculo.

La regularidad del elemento espacial básico de la primera serie se identifica o se calca con la regularidad del elemento temporal de la segunda serie.
Este mecanismo de sustitución sucede por la propia naturaleza del ser humano, que tiene más facilidad para asimilar la medida espacial que la temporal. De esta manera el hombre puede tener una intuición más aproximada del tiempo. Puede, digamos, domesticarlo, cercarlo, delimitarlo. Sin esta traducción de lo espacial a lo temporal la vida, el orden, la memoria y la historia de la humanidad serían diferentes, sin ninguna duda.
Se peguntó a una serie de personas si recordaban en que año se consumó el atentado de las Torres Gemelas de New York y fueron más numerosos los que no supieron precisar ese año. Y eso que contamos con el calendario, que es una serie espacio-temporal de repetición, hecho de días. Es exactamente la misma serie de repetición que el reloj porque el calendario se compone de días, que a su vez se componen de segundos. Decir 11 de Septiembre del 2001 es indicar una señal espacial es esa serie espacio-temporal; es como decir las once y veinte de la mañana, por ejemplo, o como llamar a hoy viernes, 11 de agosto del 2006.
Si se ha dicho que el tiempo y el espacio componen un continuo espacio-temporal aquí no los coloco en continuidad sino enfrentados, calcados.
En la obra que realicé como excusa para esta disertación compongo como serie de repetición fija los cubos materializados, sólidos. Los cubos desmaterializados, descritos por sus aristas, quieren decir que en esa caída simulada del cubo, ese elemento de repetición ha pasado por esos dos espacios desmaterializados. El cubo último, que es el mismo que el primero, ha pasado por esos espacios antes de llegar a ahí. La serie de repetición móvil, que no es tal porque aquí no hay movimiento real, se identificaría con estos dos cubos desmaterializados, en la sugerencia de que el cubo final ha pasado por ahí.
Dos más fueron las conclusiones que inferí en la realización de esta obra y en la meditación de las series de repetición: Que las series de repetición por naturaleza poseen un componente dinámico, como lo posee la línea curva, la línea inclinada o la esfera; que la narratividad de un elemento repetido, si se somete a variaciones, puede resultar de una complejidad tan inextricable que oculte su esencia seriada de repetición con variaciones. Sucede con la música (donde una nota es la mitad o el doble que otra, y además puede ser el doble de alta que otra) e incluso con la propia materia, donde los pesos específicos de los diferentes elementos se pueden deducir sumando un primer peso del elemento más simple. Es decir la diversidad de los elementos, la diversidad de la materia, procede de un único elemento de repetición.
Para terminar puedo decir que en un reloj no se aúnan dos series de repetición sino tres. Dos son las ya vistas, pero encontraríamos una tercera que se calca sobre las dos. Sería el sonido del mecanismo de las agujas al moverse. Ese sonido, repetido exactamente durante cada segundo, es uniforme, es regular y se da y se calca, obviamente, a la vez que las otras dos series. El sonido es energía, es dinámico, y por ello difícil de aprehender. Sólo la música, esa extraña forma de tiempo, como la llama Borges, es factible de memorizarse con exactitud. Es como sedimentar trozos de tiempo. Es una forma de memoria, pero más fiable porque representará las escalas temporales con presisión. No sucede lo mismo con los recuerdos.