Ratonera metafísica

Acero, alambre, pintura y barniz industrial. Julio-2004
Medidas: 100 x100 x 190 cms.

 

 

La obra surge de unas lecturas en las obras completas de Jorge Luis Borges. Es mi autor preferido. Además de tener una estética literaria exquisita, se evidencia que poseyó unos conocimientos tan profundos y variados que causan vértigo. Es agradecido que temas escabrosos y de dificultad de entendimiento él los exponga con esas claridad y esa estética peculiar. De una frase suya surgió el comienzo de esta obra. Dice así: " los pasos que da un hombre, desde el día de su nacimiento hasta el de su muerte, dibujan en el tiempo una inconcebible figura. La Inteligencia Divina intuye esa figura inmediatamente, como la de los hombres un triángulo. Esa figura (acaso) tiene su determinada función en la economía del universo".
Esa imagen de entender la vida de un hombre como una figura dibujada en el tiempo ofrece una imagen plástica, como un recinto en el que se marca el dibujo inconcebible de sus huellas. He dibujado la tierra de forma inversa: como un tubo que nos contiene mientras vivimos, no como espacio, sino como tiempo. En él he dejado la imagen de que venimos a este mundo por un agujero doloroso ( comparación soez ) y nos vamos por otro que también duele, aunque nos entierren con ternura melancólica
El muñeco de arriba, agarrado en los últimos paralelos del mapa mundi, aparece desvanecido de medio cuerpo, el alambre desenroscado y colgando hasta el suelo, disolviéndose a medida que llega a la verdad. Si consigue entender el misterio de la existencia será arriba del todo, cuando mire por el agujero superior para entender, y entonces se habrá disuelto del todo, será nada. O tal vez el agujero superior sea el inferior de otra estadía. Somos sueño, somos nada, como sugieren Borges y Shopenhauer y afirman El Buddha y Bodhidharma.
Es una obra con narrativa surrealista. Nada explica, nada refuta, nada afirma. Pero algo se queda flotando: la duda imperecedera.